Narcotráfico. El mensaje fue
leído al finalizar la misa presidida por Monseñor Carlos Ñáñez, concelebrada
por Monseñor Ricardo Seirutti Obispo auxiliar, el padre Mariano Oberlin párroco
de la comunidad y más de 100 sacerdotes de Córdoba, en la parroquia Crucifixión
del Señor en barrio Müller de la ciudad capital. Una celebración en la que se
rezó en comunidad por el drama y el dolor que provoca el avance del
narcotráfico en nuestra gente, en la sociedad.
A la comunidad de Córdoba
Nos dice Jesús: “Lo que
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (cf. Mt.
25, 40).
El Arzobispo, los obispos
auxiliares y los sacerdotes
de Córdoba hacemos nuestro el eco de lo que vemos y oímos en el
compartir cotidiano de nuestros barrios: las drogas y las adicciones avanzan
día a día, las víctimas son cada vez más, el negocio del narcotráfico crece y
se expande como una red de muerte. Dejemos de mirar para otro lado: el narcotráfico no
es de los pobres en primer lugar. Los principales beneficiados de este negocio
no viven en los barrios obreros y humildes de la provincia, aunque es en estos
barrios en los que estalla el drama de una manera clara y notoria. El
tratamiento que solemos hacer del tema, suele ser sobre cuestiones secundarias
y no esenciales: discutimos sustancias y efectos, pero no las causas que han
provocado lo que estamos viviendo. ¡BASTA
DE INDIFERENCIA!Negar la realidad que estamos atravesando no es el camino;
en cambio, reconocer lo que nos pasa puede ser el inicio de una nueva etapa.
Va creciendo una luz en
la oscuridad, que se refleja en la convicción de muchos que trabajan en la
prevención y el tratamiento de las adicciones. Aumentan las iniciativas, desde
los distintos niveles gubernamentales y de la sociedad civil, que intentan
incluir, acoger, y dar respuesta ante el dolor. Esta luz nos compromete a cada
uno de los actores sociales a asumir nuestras responsabilidades y
hacernos cargo del servicio que debemos prestar a la sociedad cordobesa.
Aceptando la necesidad de responder articuladamente y en red a un problema
complejo.
Como discípulos de Jesús, hoy, en
Córdoba, escuchamos el grito que brota de las familias que
sufren como víctimas de las adicciones. A ellos queremos expresarles nuestra
cercanía silenciosa y respetuosa. El dolor que les atraviesa el corazón no
tiene palabras, pero es un llamado urgente y apremiante que nos interpela como
pastores y nos desafía a seguir buscando juntos, cuerpo a cuerpo, los caminos
que abran horizontes de esperanza. Les pedimos perdón por nuestras lentitudes e
invitamos a la sociedad en su conjunto a sumarse en la tarea de hacer de este
dolor un punto de partida hacia una nueva manera de vivir y de relacionarnos.
En el año de la misericordia, los sacerdotes de Córdoba queremos expresar
nuestra voluntad de repensar y renovar nuestros ámbitos pastorales desde la
fidelidad al Evangelio, de cara a la promoción de la vida, la inclusión y el
acompañamiento de los que padecen este sufrimiento. Desde ahí, alentamos y
animamos a todos los cordobeses a iniciar un proceso de “compasión
misericordiosa” que nos haga CUIDAR Y
ACOMPAÑAR LA VIDA de todos, especialmente de los más pequeños y humildes.
Arzobispo, Obispos auxiliares y
Sacerdotes de la Arquidiócesis de Córdoba.
23 de Mayo de 2016.