“…Me
conmuevo cuando veo a muchas madres cargando a sus hijos en las espaldas. Como
lo hacen aquí tantas de ustedes. Llevando sobre sí la vida, y el futuro de su
gente. Llevando sus motivos de alegría, sus esperanzas. Llevando la bendición
de la tierra en los frutos. Llevando el trabajo realizado por sus manos. Manos
que han labrado el presente y tejerán las ilusiones del mañana. Pero también
cargando sobre sus hombros, desilusiones, tristezas y amarguras, la injusticia
que parece no detenerse y las cicatrices de una justicia no realizada. Cargando
sobre sí, el gozo y el dolor de una tierra. Ustedes llevan sobre sí la memoria
de su pueblo. Porque los pueblos tienen memoria, una memoria que pasa de
generación en generación, los pueblos tienen una memoria en camino.
[…]
Es una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: «No es necesario
excluir a nadie, no es necesario que nadie se vaya, basta de descartes, denles
ustedes de comer»…”